Banderas de Bretaña, Francia y Saint-Malo
En el verano de 2009 hicimos un viaje familiar en coche desde Sevilla hasta dos de las regiones más famosas de Francia: Bretaña y Normandía. El recorrido quedó claramente dividido en dos partes, no sólo en el espacio sino también en la temática, ya que ambos territorios se diferencian mucho entre sí. No podría elegir uno de las dos, pero voy a empezar hablando de lo que más nos gustó de Bretaña: tierra de faros, calvarios y, por supuesto, crêpes.
1. Pointe du Raz, Plogoff. Mi lugar favorito de Bretaña (por eso está en primer lugar), es este promontorio situado en el extremo del Cabo Sizun, probablemente el más reconocible de toda la costa bretona. En un día soleado y de viento es un espectáculo ver las olas romper contra los faros del peligroso Raz de Sein (uno de ellos, el Faro de Ar-Men, es el más mítico de la zona y se puede ver a lo lejos con algo de suerte). Es sin lugar a dudas el mejor lugar de toda Bretaña en el que esperar al atardecer.
2. Catedral y centro histórico de Quimper. He de reconocer que antes de visitar Bretaña no tenía ni idea de cuáles eran sus ciudades más importantes/famosas, pero si me tengo que quedar con alguna, esa es Quimper. La Cathédrale Saint-Corentin es un maravilloso ejemplo del estilo gótico en Bretaña, aunque no se finalizase hasta finales del s. XIX, y las calles del centro son un buen motivo para querer quedarse allí una buena temporada (mis padres siempre aseguran que, de irse a vivir a Bretaña, el lugar elegido sería éste).
3. Saint-Malo. También conocida como la Cité Corsaire, fue uno de los puertos más importantes en Europa asociados a la piratería. No tengo ninguna foto que refleje la inmensidad de sus murallas, los exagerados cambios en sus mareas, o el alegre ambiente que se respira por sus calles, pero creedme si os digo que de ir a Bretaña tenéis que visitarla a toda costa. Imprescindible también parar en la playa de la cercana Dinard para hacerse una idea del trazado de Saint-Malo.
4. Vistas del Mont-Saint-Michel, Cancale. El Mont-Saint-Michel es una de las atracciones turísticas más visitadas del mundo, y se encuentra justo en la frontera entre Bretaña y Normandía (aunque legalmente pertenece a ésta última). Si queréis verlo de una manera original, os recomiendo llegar hasta la pequeña Cancale (si el día es soleado) y contemplar su reconocible silueta desde la lejanía.
5. Pont-Aven. Llegamos a Pont-Aven sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar, pero casi seis años después cualquiera de nosotros cuatro sigue recordando con total nitidez sus canales ampliamente decorados con flores, sus cuestas, y su Bois d’Amour. A menudo se la conoce también como la cité des peintres, ya que varios pintores de renombre como Paul Gauguin residieron en ella y la retrataron en sus obras.
6. Dol-de-Bretagne. La pequeña localidad de Dol no es muy conocida. De hecho, la visitamos de pura casualidad gracias a que el amable Sr. O’Neill, el dueño de uno de los hoteles en los que nos alojábamos, nos la recomendó de manera muy acertada. Además tuvimos suerte y ese día los alrededores de la catedral de Dol estaban abarrotados gracias a un mercado y una feria medieval, y al final terminamos echando allí toda la tarde y disfrutando como enanos.
7. Pointe Saint-Mathieu, Plougonvelin. Un lugar para todos los gustos: se pueden visitar el faro, las ruinas de la abadía, los búnkeres, y un memorial a los caídos en el mar durante la Segunda Guerra Mundial. Otro de esos rincones de Bretaña que nunca olvidaré y a los que me gustaría volver algún día.
8. Vannes. Otra de las grandes sorpresas en forma de ciudad, junto con Quimper. Lo mejor es perderse por el centro y punto, sin buscar nada concreto, aunque si me tengo que quedar con algo de Vannes sería el Jardins des Remparts, un parque que rodea las murallas de la ciudad y desde el que se puede ver la Catedral de San Pedro.
9. Concarneau. Una ciudad medieval fortificada rodeada por un puerto de recreo e inundada de creperías. Si no sabéis dónde cenar (y terminar) alguno de los días que paséis en Bretaña, yo elegiría éste.
10. Los calvarios y los recintos parroquiales. Los calvarios de Bretaña forman una de las atracciones más singulares y originales de esta región de Francia. Los recintos parroquiales suelen estar compuestos por la iglesia, la torre, el cementerio y el calvario, siendo este último un conjunto de esculturas al aire libre muy elaboradas que servían para representar varias escenas del Nuevo Testamento. Si os queréis hacer una idea básica del tema, yo me quedaría con el de Pleyben, pero si os atrae especialmente hay muchos más donde elegir: Tronoën, Plougastel-Daoulas, Commana, Sizun, Guimiliau… La mayoría están en la zona más occidental de Bretaña.
11. Pointe de Penmarc’h. El Faro de Eckmühl se encuentra allí, otro de los más famosos junto a Ar-Men y Saint-Mathieu. Es otro de los extremos del departamento de Finistère, y el límite superior del Golfo de Vizcaya (el inferior es el Cabo Ortegal, en Galicia).
12. Base de submarinos de Keroman, Lorient. Esta descomunal mole de hormigón fue construida por la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y sirvió como una de las bases de U-Boot de la Kriegsmarine que ayudaron a Alemania a hacerse con el control marítimo del Atlántico. No es lo que el turista medio acostumbra a visitar, pero a mí me impresionaron muchísimo tanto sus dimensiones como su estado de conservación (los Aliados bombardearon Lorient repetidas veces durante 1943, precisamente con esta base como objetivo).
13. Saint-Pol-de-Léon. Antiguamente este pequeño pueblo fue sede arzobispal de la diócesis de Léon, de ahí que siga conservando una de las catedrales más impresionantes de Bretaña.
14. Península de Quiberon. Nosotros no le dedicamos mucho tiempo, pero viendo fotos a posteriori del extremo sur de Quiberon me arrepiento de no haberla recorrido entera. Algún día volveré para ver el arco natural de Port Blanc, en las playas de Saint-Pierre-Quiberon.
15. Basílica de Sainte-Anne-d’Auray. Si os gusta la arquitectura religiosa, este conjunto neogótico dedicado a Santa Ana es de lo mejor que podéis encontrar en Bretaña (junto con las catedrales ya citadas y los recintos parroquiales). Lo que más me llamó la atención fue una escultura de Santa Ana de unos 5m de alto que se encuentra un poco alejada de la basílica y es muy fácil de pasar por alto, estad atentos.
16. Morlaix. Una pequeña localidad llena de arquitectura típica de Bretaña, pero lo que más remarcable de ella es el gigantesco viaducto que la atraviesa, dando lugar a una vista muy original.
17. Carnac. Aquí se encuentran los alineamientos megalíticos de Carnac, un conjunto de 2 934 menires. Nosotros vimos lo que pudimos desde el coche, ya que teníamos más preferencia por visitar otros lugares, pero aquello estaba abarrotado…
18. Brest. A ver, la incluyo en la lista porque es una de las ciudades bretonas más importantes. A mí no me gustó especialmente, pero si os sobra el tiempo siempre podéis pasar con el coche cerca del castillo y de la Tour Tanguy.
19. Nantes. Actualmente la ciudad de Nantes no pertenece a la región de Bretaña, y por eso la he dejado para el final, pero históricamente fue una de sus dos ciudades más importantes (junto a Rennes, la actual capital). De hecho, una de sus principales atracciones es el llamado Castillo de los Duques de Bretaña, junto con la Catedral de San Pedro y San Pablo.
20. Saint-Nazaire. Al igual que Nantes, perteneció a Bretaña hasta hace relativamente poco, y por eso la incluyo en la lista. En ella podéis encontrar otra base de submarinos alemanes como la de Lorient, aunque un poco más pequeña, y visitar un submarino por dentro, pero lo que a mí nunca se me olvidará fue cruzar el altísimo puente que atraviesa la desembocadura del río Loira.
Y bueno, aquí termina mi lista. Yo por ejemplo no visité la capital, Rennes, ya que nos centramos sobre todo en la costa, pero me han hablado muy bien de ella, así como de algunos pueblos del interior como Josselin. Cuando vuelva a Bretaña (¡espero que pronto!) ampliaré esta entrada, que espero os haya servido.
Nos ha gustado mucho, está muy bien como resumen de todas las cosas que vimos en aquel viaje inolvidable. Todo era precioso e inigualable. ¡Qué bien nos lo pasamos!
Amigo Joaquin, cuanto nos gusta la Bretaña Eh!! Bonitas fotos, y bonitos recuerdos al leer tu post. Gracias por llevarme esta mañana a La Bretaña Francesa. Un saludo!!
Gracias a tí Teresa, por pasarte por aquí ¡me alegro!
A nosotros nos gustó mucho la zona de Normandia y lo poco que pudimos ver de La Bretaña: vimos unas puestas de sol impresionantes y el ambiente era muy agradable (en general no les caíamos tan mal cuando sabían que éramos españoles, de hecho hasta se les alegraba la cara).
De todos modos queremos ir con más calma a hacer un RoadTrip por La Bretaña y esta entrada nos viene muy bien para prepararlo
¡Abrazote, Jota!
¡Bien! Ya me contarás aunque no descartéis el interior, que a mí me quedó pendiente… Espero volver pronto