Lunes, 30 de marzo de 2015
Tomamos la ‘JR Nara Line‘ en la estación de Inari, y engullimos el escaso desayuno que compramos en el supermercado entre japoneses y japonesas con mascarilla (había una auténtica ‘plaga’ por todo el país, no sé si por las alergias o por la contaminación). En algún momento del trayecto un amable señor mayor vino a informarnos de que en esa parada había que cambiar de tren para poder llegar a Nara… Menos mal, a saber donde habríamos terminado.
Nara (奈良)
Nara (奈良) fue capital de Japón entre los años 710 y 794, de ahí que uno de sus antiguos nombres sea Nanto (南都, lit. Capital del Sur). Sus principales atractivos son los templos y santuarios de Nara Kōen (奈良公園, lit. Parque de Nara), los ciervos sagrados que pasean por él a sus anchas, y los Nanto Shichi Daiji (南都七大寺, lit. Siete Grandes Templos de Nanto). Varios de esos templos y santuarios, el Palacio Heijō y el Bosque de Kasugayama forman lo que la Unesco agrupó en 1998 como ‘Monumentos históricos de la antigua Nara’, dentro de sus listas de Patrimonio de la Humanidad.
El trayecto duró unos 45 minutos, y una vez en la estación central de Nara fuimos directos a la Oficina de Turismo con la intención de preguntar por ‘el Buda gigante y el parque de los ciervos’. La mujer que nos atendió lo hizo perfectamente, pero por más que yo le hablaba en japonés ella insistía en usar el inglés. Nos llevamos una gran sorpresa al ver que el mapa que nos dio de Nara estaba en castellano.
Como bien nos explicó la señora de la OT, es muy fácil llegar hasta el Parque de Nara desde la estación de tren. Basta con tomar una calle llamada Sanjo-dori en dirección este y unos quince minutos después ya se empiezan a ver las siluetas de las pagodas de Kōfuku-ji, nuestro primer objetivo.
Kōfuku-ji (興福寺)
Kōfuku-ji (興福寺) es uno de los Nanto Shichi Daiji, un templo budista formado por varios edificios que son considerados parte del Tesoro Nacional de Japón. Nosotros no entramos a ver las famosas esculturas que guarda en su interior (teníamos poco tiempo), pero la próxima vez que vaya a Nara no pienso volver a pasarlas por alto… Me arrepiento mucho de no haber entrado.
Lo que más nos llamó la atención fue la gojū-no-tō (五重塔, lit. Pagoda de Cinco Pisos), una de las más altas de Japón (creo que no existen pagodas de más de cinco pisos en Japón, pero tampoco he encontrado nada que lo confirme).
Tras atravesar Kōfuku-ji se encuentra por fin la entrada al Parque de Nara. Múltiples ciervos (en japonés: シカ o 鹿 shika) nos dieron la bienvenida, mientras que varios carteles nos avisaban de que aquellos animales eran salvajes y podían mordernos, patearnos, embestirnos o incluso tirarnos al suelo… Mejor no acercarse mucho.
Los ciervos son los protagonistas del lugar (para algo son sagrados y forman parte del Tesoro Nacional de Japón), y la mascota del parque es una especie de Buda con cuernos (no era excesivamente bonita, la verdad).
Tōdai-ji (東大寺)
Nara es una ciudad con una gran cantidad de patrimonio, pero basta uno solo de sus templos para hacerla imprescindible en cualquier viaje a Japón: Tōdai-ji (東大寺, lit. Gran Templo Oriental). Este templo se encuentra dentro del Parque de Nara, y el primer contacto con él es la Nandaimon (南大門, lit. Gran Puerta Meridional), una gigantesca puerta de finales del siglo XII. A medida que nos acercábamos, sus dimensiones nos iban sobrecogiendo poco a poco… Es imposible hacerse una idea como no sea viéndola en persona… Impresionante.
En su interior, dos Kongōrikishi (金剛力士) o Niō (仁王) de unos 8 metros y medio de altura hacen de guardianes de Buda, y aunque la mayoría de los templos budistas tienen estas dos figuras en su puerta principal, los de Tōdai-ji son de los más famosos de todo Japón (si hay algún fan de Gantz en la sala, es posible que se lleve una sorpresa…). Sus nombres son Ungyo (el de la boca cerrada) y Agyo (el de la boca abierta) y, al igual que la puerta, datan del siglo XII.
Al atravesarla, tanto mi compañero de viaje como yo nos hicimos la misma pregunta: «Si esta es la puerta… ¿cómo será el templo?»… La respuesta vino pronto, ya que a lo lejos se empezaba a distinguir la segunda entrada al complejo y por detrás de ésta la silueta del Daibutsuden, el edificio principal.
La segunda puerta cuenta con otros dos guardianes, pero no se puede atravesar (para acceder al templo primero hay que rodearla y entrar por el lateral izquierdo). La entrada nos costó ¥500 y, a pesar de la gran cantidad de gente, la cola avanzó rápidamente.
El Daibutsuden (大仏殿, lit. Salón del Gran Buda) fue el edificio de madera más grande del mundo hasta 1998 (cuando fue superado por construcciones modernas…), y mide casi 50 metros de altura. El original se construyó en el siglo VIII, pero salió ardiendo en 1180 y en 1547… El que ha llegado a nuestros días es una reconstrucción del siglo XVII en el que se redujeron bastante sus dimensiones (¡menos mal!).
Que el edificio se llame así no es casualidad, ya que alberga una impresionante estatua de Vairochana Buda (el aspecto original de Siddhārtha Gautama, el Buda original). Mide unos 15 metros de altura y pesa 500 toneladas, y ha sido reparada en diversas ocasiones por los daños ocasionados por los incendios y terremotos.
Está flanqueada por dos Bodhisattvas (lit. seres iluminados) de menor tamaño, y en uno de los pilares del templo hay un pequeño agujero del tamaño de sus orificios nasales. Se supone que los que logren pasar por él obtendrán la iluminación en la próxima vida (había mucha gente allí con cámaras así que mejor no lo intenté).
Salí de Tōdai-ji con una gran sensación de humildad y de que ya pocas cosas me iban a sorprender tanto. Es probable que dentro de muchos años, cuando haya recorrido gran parte del mundo (o eso espero), este templo siga estando entre los primeros puestos de los lugares que más me han impactado…
Pero bueno, volviendo a nuestro recorrido por el Parque de Nara, al salir de allí el hambre nos pudo y buscamos algún establecimiento donde comer algo. Cerca del shōrō (鐘楼, lit. campanario) de Tōdai-ji encontramos un restaurante en el que nos pusimos finos de rāmen y cerveza Asahi. La verdad es que no fue muy caro, teniendo en cuenta el lugar en el que estábamos.
Kasuga-taisha (春日大社)
Después de Tōdai-ji queríamos ver Kasuga-taisha (春日大社, lit. Gran Santuario Kasuga) el santuario sintoísta más importante y visitado de Nara, famoso por sus linternas (en japonés: tōrō) y por como los ciervos sagrados del Parque de Nara pasean entre ellas. A medida que nos íbamos acercando, el número de linternas iba creciendo considerablemente (las más antiguas de Japón se encuentran aquí).
La gran cantidad de gente y los ¥1000 de la entrada nos echaron un poco para atrás y al final sólo visitamos el exterior del santuario y el cercano Bosque de Kasugayama, pero si alguna vez vuelvo a Nara (espero que sí) prometo dedicarle más tiempo.
Al salir del bosque probé por primera vez en el viaje la Fanta con sabor a uva, que se convirtió al instante en mi nueva adicción… Desanduvimos el camino hasta la estación y cogimos el primer tren que vimos que llevaba a nuestro siguiente objetivo del día: Ōsaka. Para variar, me fui de Nara con ganas de más, pero en un viaje de ocho días por Japón tampoco se puede ver todo…
Continuará…
buah! a nosotros no nos gustó nada la fanta de Uva xD o la han mejorado….jajaja
Los ciervos macarras…la gente no me hace caso xD pero a mi casi me arrancan el mapa! les gané eso si jejeje
Nara resultó una bonita excursión aunque yo fui después a Fushimi inari y ahí se qued´p mi corazoncito jejeje
Un abrazo
Jajaja pues a mí me encantó!
Buah, entre Fushimi Inari y Tōdai-ji aquel día fue el mejor del viaje sin duda…
¡Un abrazo!
Buen post y magnificas fotos!
Mis suegros viven en Nara y paso alli mucho tiempo cuando voy a Japon. Aparte del famoso Nara Koen, donde van la gran mayoria de turistas extranjeros, hay una serie de templos Patrimonio de la Humanidad en los alrededores.
Los mas conocidos son Yakushiji y Horyuji. Este ultimo ha sido elegido mas de una vez por los japoneses como el mejor templo de todo el pais, ni mas ni menos. Merecen mucho la pena una visita.
La parte vieja de Nara y sus tiendas y casas (Naramachi) tambien es muy interesante.
Por cierto, los ciervos de Miyajima vienen de Nara
Saludos!
¡Hola Ignacio!
Muchas gracias por tu comentario y por pasarte por aquí. Tiene que ser un gustazo pasar tantos días en aquella ciudad, yo la verdad es que me quedé con ganas de mucho más… Espero volver, y cuando lo haga Naramachi y los dos templos que dices estarán en lo más alto de mi lista de cosas que ver, no te quepa duda.
No estuve en Miyajima fue un viaje cortito y me quedaron muchísimas cosas pendientes… Otra vez será.
¡Saludos!
Mira que estos sitios no me llaman mucho, pero oye es que con tus fotos dan muchísimas ganas de ir para allá y verlo todo en primera persona! Y la gente del metro, anda que… parece de chiste jaja
¡Hola! Gracias por pasarte, y por el comentario! Me alegro de haberte provocado ganas de conocer todo aquello, te aseguro que merece la pena es otro mundo…
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