Vaduz, Liechtenstein
Si ponemos todas las capitales europeas en una lista ordenadas de menor a mayor población, la ciudad de Vaduz ocuparía el tercer lugar, ya que sus escasos 5.600 habitantes solo superan en número a los de la Ciudad del Vaticano y a los de San Marino. Tengo que reconocer que nos motivó más la curiosidad que un interés específico a la hora de visitar esta ciudad o, más bien, este país, pero conforme nos íbamos acercando vimos que aquel territorio no era tan minúsculo como pensábamos, y que además estaba rodeado de unas montañas tupidas por un bosque verde infinito en las que entraban ganas de perderse.
Cuando ya estábamos llegando por el lado suizo empezamos a ver carteles que señalaban hacia Vaduz (FL), en donde FL viene de Principado de Liechtenstein –Fürstentum Liechtenstein en alemán–, y la emoción de visitar un país nuevo comenzó a invadirme. La frontera que separa Liechtenstein de Suiza está delimitada en su integridad por el cauce del río Rin; una frontera que, por cierto, lleva sin ningún tipo de control de paso desde 1923.
Las montañas de Liechtenstein
Cruzando la frontera
Primera bandera de Liechtenstein que vimos
El castillo de Vaduz
El castillo de Vaduz –Schloss Vaduz–, que es el que da nombre a la ciudad y no al revés, domina el paisaje de la capital del principado desde su privilegiado enclave. Se trata de una fortaleza medieval construida en el siglo XII y que desde 1712 es la residencia del Príncipe de Liechtenstein, coincidiendo más o menos con la fecha de la fundación del país allá por enero de 1719. El castillo no es visitable, y aunque hasta él llega una carretera desconozco hasta donde se puede uno acercar sin que le llamen la atención ya que nosotros nos contentamos con verlo desde abajo.
Castillo de Vaduz
Castillo de Vaduz
Äulestrasse y Städtle, las dos avenidas principales
En estas dos calles, ambas a los pies del castillo y unidas en sus extremos por sendas rotondas, es en donde se concentran la mayoría de edificios históricos y gubernamentales de Vaduz. En una de ellas buscamos un lugar para desayunar, pero a pesar de ser una mañana laborable de agosto la oferta era muy limitada. Al final, conseguimos dar con una cafetería en la que nos sirvieron un café con un sándwich de pepinillo y mantequilla y en el que nos cobraron unos 7~8€ por persona. Una salvajada que incluso superó nuestras expectativas, ya que Liechtenstein tiene fama de ser un país igual o más caro que Suiza. Tampoco había tiendas de recuerdos, pero conseguimos dar con una papelería en la que tenían postales.
Kunstmuseum, museo de arte moderno y contemporáneo
Conservatorio
Tienda de relojes suizos
El edificio de la izquierda es el ayuntamiento
Städtle
Postales de Liechtenstein
Una matrícula de Liechtenstein
Tengo que reconocer que, siendo una capital europea, me esperaba un aire más antiguo y medieval en sus calles, pero lo cierto es que Vaduz es una ciudad muy moderna cuyos rincones están salpicados aquí y allá con piezas de arte contemporáneo y en donde los pocos edificios que podrían tener un poco más de historia como el ayuntamiento –Rathaus– también tienen una apariencia actual. Entre la arquitectura más interesante que se puede ver en esta zona destacan la sede del gobierno –Regierungsgebäude–, la del parlamento –Landtagsgebäude–, y el Museo nacional de Liechtenstein –Liechtensteinisches Landesmuseum–. En la fachada principal de la sede del gobierno se puede ver un colorido mosaico con el escudo del principado.
Museo nacional
Sedes del parlamento y del gobierno
Sede del parlamento
Escudo de Liechtenstein
La catedral de San Florián
La catedral de San Florián –Kathedrale St. Florin– es el principal templo religioso de la capital de Liechtenstein. Aunque su construcción en estilo neogótico se remonta a finales del siglo XIX, sus cimientos se asientan cerca de los de una capilla anterior edificada más o menos en la misma época que el castillo y que fue demolida tras la finalización de la catedral. La fachada principal está dotada de una esbelta torre justo en el centro, como suele ser habitual en este orden arquitectónico, y bajo la entrada principal hay una escalinata con un par de esculturas. En su interior destacan el palco de los príncipes de Liechtenstein, muy cerca del altar mayor, y un relicario de San Florián a quien está consagrada la iglesia.
Escalinata de la catedral
Interior de la catedral
Órgano de la catedral
Palco de los príncipes
Relicario de San Florián
La catedral también consta de un claustro y del llamado Panteón de los Príncipes –Fürstliche Gruft– a los que no se podía acceder. Curiosamente, y al contrario de lo uno podría esperar, el único Príncipe de Liechtenstein que está enterrado en la cripta es Francisco José II, padre del príncipe actual; el resto de sepulcros de los príncipes desde antes incluso de la formación del estado de Liechtenstein no se encuentran ni siquiera dentro del propio país, sino en una aldea llamada Vranov en el sur de la República Checa, a 680 Km de allí. Esto se debe a que la residencia original de la casa de Liechtenstein se encontraba en aquella zona, en Valtice, y siguieron usando aquel lugar como panteón hasta poco después de la disolución del imperio austro-húngaro.
Bustos de Francisco José II y Georgina de Wilczek cerca de la catedral
El principado de Liechtenstein
Como podéis ver, mi encuentro con Liechtenstein fue meramente testimonial. Aunque pudimos dar un buen paseo por la capital, no nos adentramos en sus carreteras de montaña ni tampoco visitamos el resto de municipios. Después de leer las experiencias de otros viajeros que sí lo han explorado a fondo, me han entrado ganas de volver y, sobre todo, de visitar Triesenberg y el castillo de Gutenberg, y de subir hasta la estación de esquí de Malbun. Espero poder cumplirlo en un futuro.
Saliendo de Vaduz hacia Suiza
Visitado en agosto de 2015.
Referencias / Información adicional
- Wikipedia » Vaduz (en inglés)
- Wikipedia » Liechtenstein (en inglés)
- Wikipedia » Liechtensteinsche Familiengruft (en alemán)
Relatos de otros viajeros
Un sitio muy peculiar. Me gustaría volver con más tiempo.