Porto de Cruxeiras
28 de agosto de 2024

España

Y como no quiero que mis fotos de la Vuelta 2024 se queden olvidadas en el cajón durante tres años como pasó con las de 2021, hoy mismo he empezado a editar las de las dos etapas que he podido disfrutar en vivo y en directo en la presente edición. Al contrario que en 2021, este año la Vuelta no ha pasado por mi barrio, era demasiado pedir, pero de las cuatro etapas celebradas en tierras gallegas he podido acercarme a ver dos de ellas. La primera de las dos comenzaba y terminaba en Padrón, en la sede principal de la empresa Cortizo, uno de los patrocinadores de la edición de este año. El recorrido pasaba por varios puertos de segunda categoría, como el de Aguasantas, hasta llegar a uno de tercera situado a 8 km de la meta en Cruxeiras de Arriba, una pequeña aldea situada a unos 15 km al sur de Santiago. Este fue el lugar que elegí para disfrutar del evento.

No tuve que desplazarme mucho, pero mi falta de experiencia en estas aventuras me impedía tener una idea clara de cuál era la mejor hora para ir a coger sitio; no quería pecar de pardillo y llegar allí el primero, pero tampoco me hacía demasiada ilusión tener que dar media vuelta con las manos vacías. Al final la suerte del principiante estuvo de mi parte, y tras plantarme con el coche en el puerto de Cruxeiras (312 m. s. n. m. ) unas tres horas antes de la arribada de los ciclistas, todo parecía indicar que había llegado a la mejor hora: ya había bastante gente allí esperando, pero todavía quedaban varios huecos en los que aparcar mi coche. Me decidí por el final del repecho que precede a la cima del puerto y, tras dar un paseo por la zona para fotografiar el ambiente y los diferentes hitos que habían montado los organizadores, saqué una silla y un libro y me dispuse a esperar pacientemente hasta que, un par de horas después, apareció la caravana de vehículos que antecede la llegada del pelotón.

Y por fin llegó el primer grupo de ciclistas, encabezado por los españoles Carlos Verona y Urko Berrade seguidos del británico Max Poole. El ascenso a Cruxeiras no es demasiado largo, con una longitud de unos 3 km, pero se ascienden 265 m en esa distancia, lo que le da una pendiente promedio del 8.9%, poca broma. Y si a eso le sumamos las tres subidas previas —una a San Xusto y dos a Aguasantas—, no es de extrañar que los ciclistas llegaran reventados allá arriba (algunos más que otros, todo hay que decirlo). A pesar de que fue Carlos Verona el que coronó aquel último puerto (al que se distingue claramente en una de las primeras fotos con su camiseta del equipo Lidl-Trek), la victoria de etapa se la llevó el irlandés Eddie Dunbar, que atacó a falta de 1 km y se llevó el gato al agua.

He de decir que me gustó mucho el ambiente. Tanto es así que al día siguiente me levanté a las 5 y media de la mañana para recorrer las casi tres horas que separan Santiago de Cabeza de Manzaneda, la estación de esquí en la que terminaba la siguiente etapa, pero esa ya es otra historia. Aparte de muchas fotos, hice también un par de videos de los ciclistas: en el primero se puede ver a Victor Campenaerts, con su inconfundible bigote, y en el segundo a los grandes de la general, Primož Roglič y Ben O’Connor, entre otros muchos. Cuando ya pasó el farolillo rojo de la etapa —un tal Kevin Deniets, que de hecho iba vestido de rojo como vigente campeón nacional de Luxemburgo—, los espectadores empezaron a recoger sus bártulos y se formó un atasco bonito en dirección a Santiago. Yo en cambio me dirigí hacia el sur, no solo para evitar la aglomeración de coches sino también para recorrer la subida al puerto, por la que nunca había pasado, antes de volver a casa.

Escribe un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.