Mis siguientes pasos por Varsovia me llevaron hasta Ogród Saski, el «jardín sajón», el parque público más antiguo de la ciudad. Su nombre proviene de un palacio del siglo xvii conocido como Pałac Saski, es decir, el «palacio sajón», que se encontraba en este lugar y que debía su nombre a su vez a uno de sus propietarios originales: Augusto II, elector de Sajonia y rey de Polonia. Si bien el palacio fue destruido por los alemanes en 1944, durante el Levantamiento de Varsovia, todavía se conserva la porción central de la arcada que conectaba sus dos alas simétricas, y bajo esta se puede ver el memorial militar más importante de Polonia: la Tumba del soldado desconocido. En contra de lo que uno podría pensar, este memorial no se erigió tras la Segunda Guerra Mundial, sino que ya formaba parte del palacio cuando este fue destruido durante la ocupación alemana. De hecho, el monumento fue levantado en 1925 en honor a los soldados polacos anónimos fallecidos durante la Primera Guerra Mundial; el único motivo por el que no fue destruido junto al resto del palacio fue porque los zapadores alemanes se negaron a hacer saltar por los aires la parte que albergaba el memorial.
El monumento, cobijado bajo lo que queda de la arcada, cuenta siempre con dos soldados custodiándolo, y todos los días del año a cada hora en punto tiene lugar el cambio de guardia. En el centro se sitúa la tumba en sí, que alberga los restos de un soldado polaco anónimo caído en 1919 en la batalla de Leópolis, y sobre esta arde de forma ininterrumpida la llama tan característica de este tipo de memoriales. Sobre la arcada se pueden ver los primeros tramos de algunas de las mutiladas columnas del palacio, y en ambos extremos se aprecian los ladrillos de la estructura, deliberadamente expuestos. Curiosamente, unos cinco años después de mi visita, en 2022, el gobierno polaco decidió empezar a reconstruir el desaparecido palacio, y esperan acabar las obras en 2030 (un motivo más para volver a Varsovia en el futuro). Por cierto, buceando por internet he encontrado un video de 1936 en el que se puede apreciar cómo era el palacio originalmente, incluida la arcada que alberga la Tumba del soldado desconocido. Lo podéis ver justo después de la siguiente tanda de fotos.
En cuanto a los jardines, originalmente pertenecían al desaparecido palacio, y fueron abiertos al público por primera vez en 1727, un hecho sin precedentes en la época (por poner un ejemplo, los de Versalles no abrieron sus puertas hasta 1793, y solo porque se abolió la monarquía francesa). Una profunda remodelación acaecida en el siglo xix lo transformó del estilo barroco francés original al romántico inglés, el cual conserva a día de hoy, y en él destacan sobre todo las estatuas alegóricas que decoran el pasillo central y que representan a las musas de las artes y a las ciencias, así como la fuente monumental de 1855 que se encuentra cerca de la Tumba del soldado desconocido (por lo visto suele ser un punto de encuentro bastante común entre las parejas y los grupos de amigos varsovianos). También es digna de mención la torre de agua que se asoma sobre el estanque central, una de tantas construcciones inspiradas en el Templo de Vesta situado en Tívoli (por desgracia, poco antes de mi visita había sido vandalizada con unos grafitis, lo que afea un poco las fotos).
Al sur de los Jardines Sajones tenía apuntada en el mapa una iglesia del siglo XVIII, la de la Santísima Trinidad, uno de los mayores templos de Varsovia. Lo más característico de este edificio es su planta circular, inspirada en el Panteón de Roma, y su enorme cúpula, que alcanza los 58 m y cuya linterna se convirtió en la estructura más elevada de la capital polaca tras su finalización, allá por 1782. Como tantos otros edificios de esta ciudad, la iglesia fue completamente destruida por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, y fielmente reconstruida más tarde entre 1948 y 1953. Por desgracia yo me la encontré parcialmente andamiada como parte de un exhaustivo proceso de restauración que se llevó a cabo entre 2015 y 2019.
Después de descartar la visita a la iglesia por razones obvias puse rumbo de nuevo a la Ruta Real para continuar mi paseo por la ciudad. Por el camino pude ver otras construcciones que me llamaron la atención, como la Galería Nacional de Arte Zachęta, de estilo neorrenacentista —en su fachada se puede ver la palabra «artibus», que en latín significa «artes» o «artesanía», y un frontón decorado con esculturas alegóricas—, y el palacio Czapski, un edificio de color rojo y estilo rococó que en la actualidad alberga la sede de la Academia de Bellas Artes de Varsovia. Tras aquel pequeño paseo acabé en la fachada posterior de la iglesia de la Santa Cruz, que ya había visitado previamente, y tras bordearla tomé de nuevo dirección norte hacia el centro histórico de Varsovia.
Continuará…