Varsovia (Warszawa)

Warszawa
Abril de 2017
Capítulo IV

Polonia

Mis siguientes pasos por Varsovia me llevaron hasta Ogród Saski, el «jardín sajón», el parque público más antiguo de la ciudad. Su nombre proviene de un palacio del siglo xvii conocido como Pałac Saski, es decir, el «palacio sajón», que se encontraba en este lugar y que debía su nombre a su vez a uno de sus propietarios originales: Augusto II, elector de Sajonia y rey de Polonia. Si bien el palacio fue destruido por los alemanes en 1944, durante el Levantamiento de Varsovia, todavía se conserva la porción central de la arcada que conectaba sus dos alas simétricas, y bajo esta se puede ver el memorial militar más importante de Polonia: la Tumba del soldado desconocido. En contra de lo que uno podría pensar, este memorial no se erigió tras la Segunda Guerra Mundial, sino que ya formaba parte del palacio cuando este fue destruido durante la ocupación alemana. De hecho, el monumento fue levantado en 1925 en honor a los soldados polacos anónimos fallecidos durante la Primera Guerra Mundial; el único motivo por el que no fue destruido junto al resto del palacio fue porque los zapadores alemanes se negaron a hacer saltar por los aires la parte que albergaba el memorial.

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Warszawa
Abril de 2017
Capítulo III

Polonia

Es bien sabido que la Alemania Nazi invadió Polonia en otoño de 1939, hecho que desencadenó una contienda internacional que duraría hasta 1945 y que a día de hoy conocemos como Segunda Guerra Mundial. Lo que quizá no sea tan conocido es que, como parte de dicha invasión, Adolf Hitler pretendía arrasar por completo la capital de Polonia y transformarla en lo que él llamaba la Neue deutsche Stadt Warschau, es decir, la «nueva ciudad alemana de Varsovia». Para ello, dio comienzo en 1939 un plan sistemático de destrucción de todos los edificios e infraestructuras de la ciudad con el fin de erradicar el sentimiento cultural y moral de Polonia como nación. Años más tarde, en el verano de 1944, tuvo lugar el llamado Levantamiento de Varsovia, una rebelión civil contra los nazis orquestada por el Ejército Nacional de Polonia; por aquel entonces, un 15% de la ciudad ya había sido destruida siguiendo el programa del Führer, pero se calcula que, como represalia por el fallido alzamiento, entre el 85% y el 90% de la capital fue arrasada en los meses siguientes.

¿Y por qué cuento todo esto? Pues porque, como os podréis imaginar, la iglesia ante la que me encontraba en ese momento, la de la Santa Cruz, fue una de las construcciones damnificadas en aquella destrucción, quedando prácticamente arruinada tal y como atestiguan múltiples fotografías históricas. Por suerte, en los años 50 del siglo pasado tuvo lugar la que probablemente sea la reconstrucción más ambiciosa y fidedigna de la historia, en donde la mayoría de los edificios históricos de la renacentista ciudad vieja de Varsovia que habían sido destruidos durante la Segunda Guerra Mundial fueron reedificados siguiendo sus diseños originales. Como consecuencia de semejante hazaña, en 1980 la Unesco declaró a la ciudad vieja de Varsovia como Patrimonio de la Humanidad, citándola como «ejemplo único de reconstrucción prácticamente total del conjunto de un patrimonio arquitectónico histórico de los siglos XIII a XX». A mi juicio, la triste historia que había detrás de todas las calles y monumentos que me disponía a ver esa mañana les daba más valor, si cabe, que si hubiesen sido construcciones originales.

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Warszawa
Abril de 2017
Capítulo II

Polonia

En diciembre de 2008 visité por primera vez la ciudad de París, y uno de los lugares que más me llamaron la atención de la capital francesa fue el cementerio de Père Lachaise, rebosante de tumbas de personajes ilustres. Una de las personas que estaba allí enterrada y cuya tumba me cautivó más fue la de Frédéric François Chopin, célebre compositor de música clásica que, a pesar de lo que pueda parecer por su nombre y su lugar de descanso final, no era francés sino polaco, natural de una aldea cercana a Varsovia llamada Żelazowa Wola, y su nombre de nacimiento era Fryderyk Franciszek Chopin (su padre sí que era francés —un emigrante llegado a Polonia en 1787—, de ahí su apellido). La tumba era más o menos austera, sobre todo comparada con otros mausoleos cercanos, pero muy elegante, y estaba decorada con la efigie del compositor y una escultura de Euterpe, la Musa de la música.

Tras aquella visita, me dio por leer sobre aquel lugar y descubrí que, si bien el cuerpo del compositor seguía allí enterrado, su corazón fue extirpado y trasladado a Polonia en 1850, un año después de su muerte, como parte de las últimas voluntades de su primitivo propietario. Como no podía ser menos, apunté aquel dato en mi mapa con el fin de visitar algún día el lugar en el que se custodia el corazón de Chopin: la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.

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Warszawa
Abril de 2017
Capítulo I

Polonia

Una de mis obsesiones viajeras más antiguas es la de poder conocer en persona a las «siete hermanas» de Moscú: un conjunto de siete rascacielos edificados en el llamado estilo gótico estalinista que se encuentran repartidos a lo largo y ancho de la capital rusa. A día de hoy sigo sin haber estado en Moscú —y viendo cómo está el panorama internacional dudo que pueda cumplir ese objetivo en una buena temporada— pero en el año 2017 tuve la oportunidad de contemplar a la conocida como «octava hermana»: el Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia.

Cuando aterricé en el aeropuerto de Modlin y cogí el autobús a Varsovia ya sabía que el punto de término del trayecto era el propio palacio, por lo que me invadía la ilusión. Sin embargo, y a pesar de las múltiples fotos que había visto del palacio iluminado, me llevé una inmensa decepción conforme el autobús iba llegando a su destino: en el lugar en el que debería haber estado el palacio no había más que una enorme silueta negra que se confundía con la oscura noche cerrada.

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