Île Callot, Francia
Tenía muchas ganas de visitar este lugar. Tras consultar los horarios en internet, vimos que las mareas bajas para aquel día empezaban a las 8’15 y a las 20’40, así que decidimos dejar nuestra visita para por la noche, para hacerla coincidir con el atardecer. Cuando llegamos a la localidad de Carantec, en la costa norte de Bretaña, la marea aún estaba alta (serían más o menos las 7 de la tarde). Al acercarnos con el coche los carteles lo dejaban bien claro: prohibido el paso de vehículos a motor, salvo residentes. ¡Y cuidado con las mareas! Nosotros aparcamos en Carantec y fuimos andando hasta el final del camino, en donde una carretera conducía hasta el agua y, de pronto, sin más, desaparecía.
La calzada con la marea alta
Ruta sumergible – Respetar los horarios de paso
Fin del camino
Al otro lado, a más o menos medio kilómetro de distancia, la carretera volvía a resurgir del agua y seguía su camino hasta una pequeña isla. Esa isla, llamada Île Callot, o Kalod en bretón, era nuestro objetivo, una de esas curiosidades geográficas que tan especial hacen a la costa bretona. Pero no éramos los únicos curiosos, justo donde la carretera terminaba había una familia haciéndose fotos. Y es que, a no ser que viváis allí cerca, no todos los días se tiene la oportunidad de contemplar semejante espectáculo: el de ver en tiempo real cómo una isla se vuelve accesible por tierra cuando baja la marea, rareza que la convierte en lo que se conoce como isla mareal. Decidimos pasar el rato cenando en un restaurante cercano, y mientras disfrutaba de una sopa de pescado podía ver desde la ventana cómo el nivel de las aguas de la bahía de Morlaix iba bajando poco a poco.
Agua desalojándose
Barcos atracados con la marea alta
La localidad de Carantec, en donde cenamos
La bahía de Morlaix al atardecer
Cuando volvimos a la pasarela ésta estaba prácticamente descubierta salvo por un pequeño tramo, pero un tractor y un coche familiar ya estaban allí esperando para cruzar al otro lado. Poco a poco el agua se fue desalojando y el camino hasta la isla se abrió definitivamente (bueno, definitivamente no, ese fenómeno suele durar unas cuatro horas, hasta que la marea sube otra vez y la isla vuelve a ser inaccesible por tierra). Al principio los coches iban muy despacio, y los primeros valientes incluso cruzaron cuando el agua no había desaparecido del todo (se notaba que hacían eso todos los días), pero luego fueron cogiendo ritmo. Y allí estábamos los tres embobados disfrutando del espectáculo, con las flechas de Saint-Pol-de-Léon a lo lejos y mi padre tarareando la sintonía de Los Diez Mandamientos…
El tractor cruzando…
El autor del blog disfrutando del momento
Segundo vehículo cruzando (aún con agua…)
La pasarela central empezaba a despejarse
Pasarela central
Saint-Pol-de-Léon
Y por fin llegamos andando hasta la isla, un espacio natural protegido de 2,2 km de largo y una anchura que varía entre los 50 y los 400 m. En ella viven unas nueve familias y, aparte de las viviendas, en el extremo septentrional hay una pequeña capilla a la que no pudimos llegar por falta de tiempo (estaba haciéndose de noche e ir y volver nos llevaría más de una hora). Dimos un pequeño paseo por el extremo sur de la isla, que es a donde llega la calzada, y pudimos ver a varios conejos campando por allí a sus anchas. La isla rezumaba tranquilidad, y no descarto volver a ella en una futura excursión a Bretaña para descubrirla mejor y pasar allí un día entero, paseando por sus playas y recorriendo cada rincón de su litoral.
Barco atracado en la bahía, ya con la marea baja
La calzada completamente despejada
¡Cuidado! Ruta sumergible
Comprobar los horarios de las mareas para la vuelta…
Espacio natural protegido
Volviendo a tierra firme
Árboles en el extremo sur de Île Callot
Referencias / Información adicional
- Chaussée submersible | Wikipedia (en francés)
- Île Callot | Wikipedia (en francés)
- Tidal island | Wikipedia (en inglés)
Preciosa entrada. Es un sitio muy peculiar y la experiencia resultó emocionante. Sin duda un buen lugar para aquel que quiera apartarse de todo, rodeado de naturaleza.
¡Gracias! No me importaría volver con más tiempo.
Cuánto tiempo sin saber de tí…!! Un lugar que no conozco y para ser sincera; ni había oído hablar de él!! las fotos como siempre; espectaculares!! Un abrazo
¡Gracias Rocío! Si pasas por Bretaña te recomiendo esa zona: aparte de la isla también merecen la pena Roscoff y Saint-Pol-de-Léon. Un abrazo.
Gracias por la recomendación