Lunes, 30 de marzo de 2015
No recuerdo cuando, pero seguramente las primeras fotos que vi de Fushimi Inari-taisha fueron las de los blogs de Kirai y El Pachinko. Me fascinaron tanto que en aquel momento decidí que en mi primer viaje a Japón visitaría aquel lugar, sin importar en qué parte de aquel lejano país se encontrase.
Fue el primer sitio que busqué cuando empecé a organizarme, y al ver que estaba al sur de Kyōto me planteé hacer una escapada desde Tōkyō (que era donde originalmente me iba a quedar las siete noches del viaje). Tras darle muchas vueltas al tema, al final me decidí por comprar el JRPass y aprovechar para ver aquella zona tranquilamente los primeros días del viaje, por lo que podríamos decir que este santuario fue la causa principal de que ‘8 días en Tōkyō’ pasara a convertirse en ‘8 días en Japón’.
- Inari es la más cercana, y se puede llegar a ella directamente desde la estación central de Kyoto mediante la ‘JR Nara Line’ (incluída en el JRPass, ¥140 sin JRPass). Hay trenes aproximadamente cada 15 m y el trayecto dura 5 m.
- Fushimi-inari es accesible mediante la ‘Keihan Main Line’, que es privada (no incluída en el JRPass) y que además no conecta con la estación central de Kyoto, por lo que es una opción fácilmente desechable salvo si os alojáis al lado de alguna de sus paradas.
Si queréis consultar los horarios, os recomiendo usar el buscador HyperDia.[/stextbox]
Nos levantamos temprano, muy temprano (a las 6 y media estábamos saliendo ya del hostel), dispuestos a disfrutar de un buen paseo matutino hasta la estación central de Kyōto. Por el camino nos cruzamos con el gigantesco Higashi Hongan-ji (東本願寺, lit. Templo Oriental de la Promesa Original), que por desgracia estaba parcialmente tapado por los trabajos de restauración.
La liamos un poco aquel día, y buscamos Fushimi Inari en lugar de Inari en la web de HyperDia (por favor, ¡no caigáis en el mismo error!), por lo que dimos una vuelta absurda desde la estación de Kyōto y tuvimos que pagar el suplemento de la línea privada………….. Pero bueno, lo importante es que conseguimos llegar a nuestro destino.
Viendo aquello desde un punto de vista positivo, tengo que reconocer que la entrada lateral por la que llegamos al complejo era bastante más bonita y auténtica que la principal (que es por la que salimos). La ciudad parecía estar despertando en aquellos momentos y los comercios empezaban a abrir sus puertas, y múltiples torii (鳥居, esos arcos tan característicos que indican que nos encontramos en un santuario sintoísta) y tōrō (灯籠, las linternas que iluminan y adornan sus caminos) guiaban nuestros pasos hasta el Santuario de Fushimi Inari.
Fushimi Inari-taisha (伏見稲荷大社)
Fushimi Inari-taisha es el santuario más importante de Japón dedicado a Inari Ōkami, la deidad japonesa del arroz, el sake, el té, la fertilidad, la agricultura, la industria, la prosperidad y, por supuesto, los zorros (狐, kitsune en japonés), que son considerados sus mensajeros (de ahí que los santuarios dedicados a Inari estén plagados de estatuas de este animal). En algún momento de la historia se empezó a representar también a Inari como a uno de ellos, dejando un poco de lado su tradicional apariencia femenina.
Inari es una de las diosas más importantes del sintoísmo y del budismo, y alrededor de un tercio de los santuarios sintoístas de Japón están dedicados a ella. Las estatuas de sus kitsune suelen estar adornadas con una especie de babero votivo de color rojo, es común encontrarlas por parejas (un macho y una hembra), y suelen portar en la boca o bajo la zarpa una llave, un pergamino o una joya. Antiguamente era habitual encontrar zorros salvajes en los santuarios consagrados a Inari, pero esto se perdió a principios del siglo XX.
El origen de Fushimi Inari-taisha se remonta al año 711, cuando se construyeron las primeras estructuras en el cercano monte Inari. El santuario se trasladó a su emplazamiento actual en el 816, pero el complejo que ha llegado a nuestros días data de 1499.
Atravesamos la rōmon (楼門, lit. puerta de la atalaya), una impresionante puerta custodiada por dos arqueros (no he conseguido descubrir si representan algo más). La puerta fue donada en 1589 por Toyotomi Hideyoshi, uno de los principales unificadores de Japón.
Llegamos al go-honden (御本殿), el santuario principal, y muchos de sus rincones estaban adornados con ema (絵馬, pequeñas placas de madera en donde los fieles escriben sus promesas o peticiones) en forma de torii (más adelante, también nos encontramos ema con la silueta de un zorro).
Y por fin, subiendo las escaleras llegamos a la parte más famosa de Fushimi Inari-taisha: senbon torii (千本鳥居, lit. miles de torii). Aquí el camino se bifurca en dos hileras de torii de un intenso color naranja, una de las imágenes más reconocibles de Kyōto y Japón.
Todos los torii que recorren la montaña son donaciones realizadas por individuales o empresas, y en su parte trasera se encuentran inscritos el nombre del donante y la fecha de la donación. Dependiendo del tamaño, su precio oscila entre ¥400.000 y ¥1.000.000.
Cuando llegamos había una pareja haciendo sus fotos de boda, y ya empezaba a notarse la importancia turística del lugar a pesar de la hora tan temprana. Aún así, pudimos tomar todas las fotos que quisimos tranquilamente y disfrutar de aquel lugar que durante tantos años había querido ver con mis propios ojos.
Un poco más adelante los dos caminos vuelven a unirse en un único sendero con torii bastante más grandes que lleva a diversos santuarios a través de la montaña. Llega un momento que uno pierde la cuenta de los santuarios con los que se ha cruzado…
Tras un buen rato caminando, nos encontramos con un mapa que indicaba que aún quedaba muchísimo para terminar el recorrido. Nos decidimos por subir un poco más y llegamos a un pequeño lago bastante escénico que se encontraba entre varios santuarios.
Aquel día teníamos que ver también Nara y Ōsaka, así que cuando tuvimos unas vistas lo suficientemente buenas de la inabarcable Kyōto nos dimos por vencidos y comenzamos a desandar el camino, que aunque aquello nos estaba gustando muchísimo tampoco era plan de echar allí todo el día… Además, tengo que reconocer que se termina haciendo repetitivo.
En algún momento cambiamos de dirección y terminamos atravesando el barrio que rodea a Fushimi Inari-taisha. Seguía estando plagado de pequeños santuarios, pero se mezclaban con los comercios y las viviendas y eso le daba un aire bastante particular. Fue una suerte «perdernos» por allí.
Cuando llegamos de nuevo a la entrada principal, aquello estaba hasta arriba (¡menos mal que nos levantamos temprano!), y eso que eran las 9 o 9 y media de la mañana… Salimos por la puerta principal (ahora si), y nos despedimos de los incontables torii y de los impasibles zorros de Fushimi Inari. Llegamos a la estación de tren (previa parada en el súper para pillar algo de desayuno) y pusimos rumbo a nuestro siguiente destino: Nara.
Fue una visita mágica, y pude cumplir uno de mis sueños viajeros más antiguos. Volveré sin dudarlo siempre que tenga oportunidad (y con más tiempo, para así recorrer todos los senderos que nos quedaron por ver).
Esta historia continúa en:
Tales of a Wanderer » Nara. Kōfuku-ji, Tōdai-ji y Kasuga-taisha
Si quieres ver el viaje al completo:
Tales of a Wanderer » 8 días en Japón
Relatos de otros viajeros
VIAJAR CODE: Verónica » Fushimi Inari
¡Maravillosa entrada! Me ha encantado.
¡Gracias! Me alegro.
De los lugares que más ganas tenía de conocer en Japón. Bonitas fotos!!
¡Gracias! A mi se me resistió muchos años, pero la semana pasada pude conocerlo por fin.
¡Qué bonitas fotos!!! Nunca me tiró Japón pero visto ahora, habrá q ir…
¡Gracias Rocío! Pues aún quedan muchas por venir, espero terminar de convencerte pronto
Seguro!! Ya casi me tienes en el bote… jaja
Muy bueno… pronto estaremos ahí mismo
Os va a encantar… Ya os cotillearé las fotos.
Qué pasada!